CONCEPTO:
El denominado Daño Cerebral Sobrevenido o Adquirido (DCA) se caracteriza por la existencia de determinadas lesiones cerebrales súbitas causadas por distintos accidentes o enfermedades. Estos daños cerebrales son de carácter adquirido y no degenerativo, por lo que aquí no se incluirían otro tipo de trastornos cerebrales como las discapacidades de tipo congénito o de nacimiento (autismo, parálisis cerebral, etc.) o los trastornos neurodegenerativos (Alzheimer y otras demencias, etc.)La etiología u origen causal del DCA puede ser debida a traumatismos craneoencefálicos, accidentes cerebrovasculares y procesos tumorales o infecciosos, principalmente, y las consecuencias sobre la persona afectada pueden manifestarse en forma de distintos déficits (sensoriales, motores, cognitivos, emocionales y de comportamiento).
INCIDENCIA:
Los datos existentes sobre la incidencia de este tipo de daños en el mundo son diversos, algunos hablan de 250 casos por cada 100.000 habitantes. En nuestro país (España) unas 300.000 personas sufren alguna forma de DCA, esta cifra es una mera estimación a falta de estudios estadísticos que aporten datos más precisos. Se calcula que cerca de un 45% de estas lesiones cerebrales terminan desembocando en graves formas de discapacidad, y cerca de un 68% de los casos presentan serias limitaciones para realizar las actividades básicas de la vida diaria (comer, vestirse, asearse, etc.)
CLASIFICACIÓN:
Los TCE
Una de las formas más frecuentes de daño cerebral es la debida a Traumatismos Cráneo-Encefálicos (los denominados TCE), ello ocasiona que existan un gran número de casos en personas jovenes (menores de 30 años) debido a la mayor ocurrencia de accidentes de tráfico, laborales o deportivos en estas edades. En una gran parte de este tipo de accidentes aparece un daño cerebral adquirido de carácter severo o grave, y se les ha llegado a definir como una verdadera "epidemia silenciosa" de nuestro tiempo. Cerca del 70% de los TCE son producidos por los accidentes de circulación, un 20% por caídas, el 8% son accidentes industriales y el 2% son debidos a otras causas (datos aproximativos).
Los TCE son producidos por una fuerza física externa que daña las estructuras encefálicas y se manifiesta en forma de contusiones, hematomas o hemorragias cerebrales. La lesión producida puede ser de tipo focal (circunscrita a una zona del encéfalo) o difusa (distribuida en varias áreas cerebrales) y suele acarrear una pérdida de la conciencia.
Existe un daño cerebral llamado primario cuando la lesión se produce como consecuencia de la sacudida del cerebro contra la caja craneana y la actuación de dañinas fuerzas de aceleración-deceleración tras el impacto (*). Lesiones cerebrales de tipo primario serían las contusiones, las lesiones hemorrágicas evacuables (intraventricular, hematoma subdural y epidural) y la denominada lesión axonal difusa caracterizada por la destrucción de fibras nerviosas de la sustancia blanca cerebral (axones) y que desemboca en la aparición de severas alteraciones cognitivas.
(*) Un caso paradigmático de la repercusión dañina de estas fuerzas en el cerebro es la llamada demencia pugilística, un tipo de daño cerebral adquirido por la práctica continuada del boxeo. Es de carácter progresivo y comienza en forma de síntomas como la disartria (dificultades en el habla) y trastornos de la marcha. Con el paso del tiempo suele desembocar en síntomas de tipo parkinsoniano y derivar hacia un síndrome demencial con presencia de graves alteraciones cognitivas y conductuales.
Un daño cerebral de tipo secundario sería la aparición de una respuesta inflamatoria desproporcionada del cerebro tras el impacto y que supondrá un aumento peligroso de los valores de presión dentro del cráneo (hipertensión endocraneal). La aparición de un edema y el aumento del volumen sanguíneo cerebral (algo muy frecuente tras un TCE) pueden desembocar en la muerte del accidentado en pocas horas si no es intervenido por un equipo médico de urgencia.
Por último, el daño cerebral llamado terciario deriva de una serie de alteraciones bioquímicas y neurofisiológicas que comienzan tras el traumatismo y se prolongan hasta horas e incluso días en forma de alteraciones en los mecanismos celulares de las neuronas.
La alteración en el nivel de las consciencia, es una de las principales manifestaciones clínicas post-TCE y puede ir desde formas leves (confusión) hasta muy graves (en forma de coma profundo o vegetativo que puede durar días, semanas o meses).
Los ACV
El Accidente Cerebro-Vascular (ACV) o ictus aparece cuando el riego sanguíneo normal de nuestro cerebro es interrumpido por la presencia de un coágulo (trombo) o la rotura de una arteria cerebral que desemboca en la aparición de una hemorragia intracraneal.
Los ACV por su etiología u origen causal se pueden clasificar en:
Isquémicos: son sinónimo de infarto cerebral y se producen por la obstrucción de una arteria que irriga el encéfalo, desembocando en una falta de oxigenación (anoxia) en la zona del cerebro afectada y cuyos tejidos neuronales se destruyen por la falta de sangre, la cual aporta el oxígeno y la glucosa que las neuronas precisan para realizar sus funciones.
Hemorrágicos: también llamados apoplejías, aparecen tras la rotura de un vaso sanguíneo en el cerebro, bien por la presencia de hipertensión o de un aneurisma (dilatación arterial o venosa producto de una degeneración congénita).
Se calcula que cada año un 1-2% de la población general sufre distintas formas de lesiones cerebrovasculares, y son la tercera causa de mortalidad general y la primera entre las mujeres en un país como España. Se estima que cerca del 80% de los afectados que sobreviven a este tipo de ataques, presentarán importantes déficits residuales (parálisis, cambios afectivos, trastornos sensoriales, cognitivos, del lenguaje, etc.)
SECUELAS y CONSECUENCIAS:
Los problemas asociados a un daño cerebral sobrevenido son innumerables y van a estar en función de la zona cerebral afectada, si bien cada caso presentará características únicas e individuales. Como norma general, la gravedad de las secuelas variará según el tipo de la lesión, de la parte del cerebro afectada y de las características idiosincrásicas de la persona (características de personalidad previas, nivel académico, procedencia social, edad, etc.)
En general, y simplificando en exceso, el daño cerebral sobrevenido puede producir parálisis o inmovilidad en una mitad del cuerpo (hemiplejia) o bien debilidad motora (hemiparesia); problemas en el uso del lenguaje (afasias); alteración de las capacidades atencionales; trastornos de aprendizaje; presencia de distintas formas de amnesia; inestabilidad afectiva (irritabilidad, síntomas depresivos) y alteraciones en el comportamiento (desinhibición, falta de autocontrol, agresividad, etc.) que van a suponer una merma en la autonomía personal e importantes repercusiones en el desempeño de la vida laboral y familiar.
De lo expuesto hasta ahora, se deduce que este tipo de daño cerebral constituye un problema sociosanitario de primer orden y que precisará de una rehabilitación de tipo integral y continuada en el tiempo a cargo de distintos tipos de profesionales especializados y coordinados (neurólogos, neuropsicólogos, neuropsiquiatras, psicólogos, fisioterapeutas, logopedas y terapeutas ocupacionales, entre otros).
Rehabilitar un cerebro dañado y, lo que es más importante aún, velar por los derechos y dignidad de la persona afectada por el daño cerebral, es una obligación ética y moral de la sociedad en su conjunto. Todos podemos ser víctimas, en un momento u otro de nuestra vida, de un accidente, o bien sufrir las consecuencias derivadas de un tumor cerebral o enfermedad cerebrovascular que nos lleve a esta situación. De hecho, si no detenemos a pensar con calma un momento seguro que conocemos (directa o indirectamente) a alguna persona que ha sufrido o está sufriendo esta realidad en su vida y en su día a día.
Un buen ejemplo de esta progresiva y necesaria concienciación social, es la aprobación por parte del Gobierno español en 2007 (y a instancias del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales) de fijar cada 26 de octubre como “El día del daño cerebral sobrevenido” una iniciativa que, aunque pueda parecer mera anécdota, supone activar un foco de atención mediático que puede despertar un interés social por esta realidad, algo siempre necesario y beneficioso en sí mismo.
http://neuropsicologica.blogspot.com/2009/10/el-dano-cerebral-sobrevenido-o_29.html
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